Cuando hace unos días dejaba en el blog mis impresiones un día después de la prueba de Aranjuez hacía públicos algunos de los aspectos que creo que hay que tener muy en cuenta a la hora de organizar una prueba, aspectos que señalaba además con la idea de que pudieran servir para mejorar en el futuro, en esta o en cualquier otra prueba competitiva de marcha nórdica. La mayoría de lo que señalaba venía de lo escuchado a los propios marchadores con lo que creo que tiene un valor muy especial.
Sin embargo nos han seguido llegando opiniones, unas positivas pero otras también muy críticas con nuestra labor y simplemente como ejercicio de transparencia creo que no debemos ocultar ni unas ni otras.
Algunos competidores no han terminado nada contentos con el trato recibido por parte de los jueces, y han considerado que se les increpó a gritos, se les amenazó con la descalificación o incluso con echarles de la prueba cuando simplemente venían a pasar una mañana agradable a Aranjuez. Ciertamente junto a esto reconocen que otros de los jueces les apoyaron y sirvieron de gran ayuda en lo que para ellos fueron, con total seguridad, unos momentos complicados.
Creo que en una competición hay que ser riguroso con el reglamento, y hay que ser así de riguroso con todos, con el que viene a batirse el cobre y ganar y con el que simplemente tiene como objetivo pasárselo bien, porque cuando uno se inscribe acepta un reglamento y tiene que asumirlo como lo que hay, si uno no está de acuerdo con ese reglamento lo mejor que puede hacer es simplemente no participar. Dicho esto en ningún caso quiero justificar esta actitud por parte de los jueces -absolutamente reprobable en mi opinión- y por ello pido disculpas en mi nombre y en el de el resto de jueces a todos aquellos que se hayan podido sentir ofendidos con nuestra actitud.
No voy a intentar poner paños calientes, pero estoy convencido de que el juez que increpó a gritos o amenazó no lo hizo con la intención de molestar sino más bien con la de corregir, por eso lo escribo en cursiva, porque pongo la mano en el fuego al decir que él o ella no tenían en su ánimo increpar ni amenazar a nadie. Pienso que los jueces de cualquier competición deben ser muy pedagógicos y didácticos, y a tenor de lo leído y escuchado, mucho más de lo que fuimos en la prueba de Aranjuez.
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